domingo, 16 de octubre de 2011
Es Preferible Callar
Que fácil es hablar, hablamos sin darnos cuenta. Que felices los padres cuando sus hijos empiezan a decir una que otra palabra, y con que ternura se toman ese tiempecito los padres, para enseñarles rimas y canciones. Algo que no pasa, al menos no muy seguido, enseñarlos a callar...
En cierta ocasión, una niña que estaba jugando con sus amiguitas entró corriendo en su casa y, dirigiéndose a su madre con excitado acento, le dijo:
-¡Ay, mamá, si supieras lo que dicen de Teresa! Me acaban de contar que...
-Espera, hija, espera -le interrumpió la madre- y antes de decírmelo escúchame bien: ¿Has hecho pasar lo que te han contado de tu amiguita por los tres tamices?
-¿Tamices? ¿Qué tres tamices, mamá?
-Verás: el primer tamiz se llama Verdad. ¿Sabes si es cierto lo que vas a decir?
-Yo no sé, realmente... Pero Luisa me contó que María le dijo a Juana que Teresa...
-¡Basta, basta! Eso tiene demasiadas vueltas. Ahora, con respecto al segundo tamiz, se llama Benevolencia. ¿Es benévolo lo que vas a decir?
-En verdad, mamá... no... no lo creo.
-En cuanto al tercer tamiz, se llama Necesidad. ¿Es necesario que cuentes lo que te han dicho de tu amiguita?
-No, mamá; no es necesario que lo repita.
-¿De modo que lo que ibas a decirme no es necesario ni benévolo, ni... quizá, tampoco cierto? En tal caso, hija mía, ¿no te parece mejor que lo calles?
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