jueves, 28 de febrero de 2013

Amigos y Enemigos —Y Concejos de Oro—

Recuerdo una frase que escuché alguna vez: —Cuídate de tus amigos, que a tus enemigos yo te los voy a ir señalando, dice el Señor—; frase que se me hizo muy interesante, y muy cierta, que bien que los enemigos como si se señalan por si solos, es como la señal que nos da el fuego, al cual no nos debemos de acercar —por que sabemos que nos quemaremos—; por eso. nuestra atención debe estar en las personas que escojamos como amigos; pero veamos de donde viene esa frase...

Sirácides —Eclesiástico— 6
 
Si eres amigo, no te vuelvas enemigo.
Si no, tendrás deshonra y mala fama;
así es el hombre malo y falso.
 No te dejes llevar de la pasión,
para que no destroce tu fuerza como un toro.
La pasión devorará tu follaje,
arrancará tus frutos
y te dejará como árbol seco.
Porque la pasión violenta destruye a quien la tiene
y hace que los enemigos se rían de él.

La Verdadera Amistad

La conversación agradable atrae muchos amigos,
y al que habla amablemente todos le saludan.
Que sean muchos tus amigos,
pero amigo íntimo solo uno entre mil.
Si consigues un amigo, ponlo a prueba;
no confíes demasiado pronto en él.
Porque algunos son amigos cuando les conviene,
pero no cuentas con ellos cuando los necesitas.
Hay amigos que se vuelven enemigos
y te hacen quedar mal hablando de tus pleitos.
Algunos son amigos a la hora de comer,
pero cuando te va mal no los encuentras.
Mientras te vaya bien, serán uña y carne contigo;
pero cuando te vaya mal, te abandonarán.
Si algo malo te ocurre, se vuelven en contra tuya
y se esconden de ti.
Aléjate de tus enemigos
y cuídate de tus amigos.

Un amigo fiel es una protección segura;
el que lo encuentra ha encontrado un tesoro.
Un amigo fiel no tiene precio;
su valor no se mide con dinero.
Un amigo fiel protege como un talismán;
el que honra a Dios, lo encontrará.
El amigo es igual a uno mismo,
y sus acciones son iguales a su fama.

Excelencia de la Sabiduría

Hijo mío, desde tu juventud busca la instrucción,
y cuando seas viejo todavía tendrás sabiduría.
Acércate a ella como quien ara y siega
con la esperanza de una buena cosecha.
Cultivándola tendrás poco trabajo,
y pronto comerás de sus frutos.
El necio no soporta la sabiduría;
el tonto no la aguanta.
Es para él como una piedra pesada,
y no tarda en arrojarla lejos de sí.
La instrucción, como su nombre lo indica,
no se muestra a muchos.
Escucha, hijo, y acepta mi enseñanza;
no rechaces mis consejos:
acepta la sabiduría como cadenas para tus pies,
como yugo para tu cuello.
Recíbela como una carga sobre tus hombros
y no rechaces sus ataduras.
Acércate a ella de todo corazón
y sigue su camino con todas tus fuerzas.
Síguele los pasos, búscala, y la encontrarás;
cuando la tengas, ya no la sueltes.
Al fin, ella te dará descanso
y se convertirá en tu alegría.
Sus cadenas serán tu protección;
sus ataduras, tu adorno precioso.
Su yugo será diadema de oro;
sus cuerdas, cintas de púrpura.
Te la pondrás como traje precioso
y te adornarás con ella como con una espléndida corona.
Si quieres, hijo mío, serás sabio;
si te empeñas, lo entenderás todo.
Si te gusta escuchar, aprenderás;
si pones atención, te instruirás.
Júntate con los ancianos cuando se reúnan;
cuando veas un sabio, júntate con él.
Procura escuchar toda explicación,
y que no se te escapen los dichos sensatos.
Fíjate en quien tiene inteligencia; madruga a buscarle
y acude a su casa con frecuencia.
Piensa en respetar al Altísimo
y medita siempre en sus mandatos;
él te dará inteligencia
y la sabiduría que deseas.

Sirácides 6 (o Eclesiástico 6), Libro Deuterocanonico de la Santa Biblia—

Que sabios se me hacen estos consejos; por eso aquí los dejo; para  tenerlos a la mano  y pasárselos a quien guste, al costo.

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